lunes, 7 de octubre de 2013

Cuestión de voluntad...

Recientemente hemos conocido el avance de lo que serán los Presupuestos Generales del Estado para el año 2014. No ha habido muchas sorpresas en el reparto de las partidas presupuestarias más importantes ni en las previsiones de deuda pública (por ejemplo). Los datos que hemos conocido estaban cantados y son los que exige la situación de crisis actual. La pregunta del millón es si los esfuerzos realizados son suficientes, y mi respuesta es clara: NO.
No podemos estar satisfechos de tener un Estado que sigue siendo deficitario y que no consigue acercarse todavía al que debería ser el gran objetivo de la legislatura: el déficit cero. Debemos analizar la razón por la que el Ejecutivo de turno (sea del color que sea) es incapaz de conseguir algunos objetivos claros que se marca antes de llegar al poder. Siempre he creído que la falta de voluntad es uno de los grandes males de la política por lo gravemente extendida que está y lo dañina que resulta.
Debemos empezar a ser conscientes de que un Estado necesita líderes capaces de tomar decisiones sin tener demasiado en cuenta las críticas que vayan a recibir. En momentos difíciles es necesario que gobiernen dirigentes con voluntad de hierro que no actúen pensando en las próximas elecciones. Personas que estén en la política de paso y que dejen su sello como profesionales de gran talla y nivel, pues eso es lo que necesita un país serio. En el momento en que un estado se llena de “políticos de profesión” lo único que consigue es tener funcionarios públicos exclusivamente pendientes de mantener la silla de poder. Sólo aquellos que están en la política sin ataduras son los que pueden moverse con libertad para decidir y actuar sin concesiones a favor del interés general.
La falta de voluntad que he mencionado tiene también su origen en el miedo. El temor que infunden algunos grupos de poder con intereses particulares que a veces son capaces de cambiar la agenda de destacados políticos. El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau afirmaba que existía una voluntad política general que era la que expresaba el pueblo. Esa voluntad estaba formada por intereses comunes propios de la sociedad junto con algunos intereses especiales propios de algunos grupos influyentes. El problema que hay está en que los requerimientos de la sociedad están viciados por esos intereses particulares, y lo peor de todo es que desde la política se consiente esa realidad. Un gobierno no puede atender las exigencias de esa voluntad política general viciada por grupos mediáticos con intereses tan claros y egoístas. Debe haber un liderazgo férreo para procurar que los objetivos que un ejecutivo se propone no puedan ser tumbados por corrientes de opinión nocivas.
Nos debemos concienciar de que ante la falta de voluntad política, algunas sociedades occidentales ya eliminaron sistemas de gobierno parlamentarios para dar paso a formas de gobierno más efectivas (en la toma de decisiones) pero terriblemente antidemocráticas. La falta de voluntad sólo genera frustración y transmite una imagen lamentable de incompetencia y mediocridad.
Me gustaría acabar con una famosa frase del genio Albert Einstein en la que se refiere al poder de la voluntad:“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad.”

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