
Curioso el “caso” Najwa, muy curioso. En las últimas semanas se ha levantado un gran revuelo por algo que no debería ser tan alarmante como es la prohibición del “hiyab”. Una prohibición totalmente legítima pues los centros educativos públicos se rigen “a grosso modo” por sus reglamentos internos. ¿Qué hay de malo en cumplir la Ley?
La Comunidad de Madrid y su Presidenta Esperanza Aguirre han actuado de forma ejemplar. Han dado rienda suelta al sentido común en medio de las continuas presiones y delirios de la mayoría de medios de comunicación. Unos medios de comunicación que parecen pretender entrar en la lucha por el Premio Nobel de la hipocresía. La prensa más desviada de la derecha ha encontrado en este “caso” un motivo de lucha a favor de los derechos de la libertad religiosa (muy paradójico). Y contrariedades vemos, ya que la campaña de los periódicos EL PAÍS y Público es de órdago, pero por suerte su “respeto” hacia las tradiciones católicas de España hace tiempo que ya no sorprende a la masa popular.
Dejando de lado la legitimidad de la actuación del centro educativo IES de Pozuelo, quiero dar mi opinión sobre esta extraña situación en la que constantemente se juzga con indulgencia todo aquello relacionado con el Islam.
Me pregunto por qué se piden retiradas de crucifijos en centro educativos por motivos de estricta lectura de la Constitución donde se remarca que nuestro Estado es aconfesional. Me pregunto por qué no interpretamos un poco mejor el artículo 16.3 de nuestra “Ley de leyes”. ¿Qué hay de esa especial mención a la Iglesia católica? ¿Podemos igualar el trato e importancia de la Iglesia de Roma con las demás? Dejándome llevar por mi “seny” la verdad es que me cuesta pensar que deba existir un trato igualitario en este caso.
NO podemos pretender eliminar aquello que forma parte de España, de su identidad nacional, de su historia y en consecuencia de su tradición. El arraigo de la tradición católica (guste o no) tiene un peso importante en nuestro país, pues aunque se crea o no en dicha doctrina, la aportación sociocultural es incalculable.
¡PERO! Hay algo que hace de ancla en ese objetivo de conservar la tradición nacional. Un motivo ya citado en mi anterior texto, un motivo que actúa cual caudillo intransigente. Éste es el MIEDO. El temor de los socialistas a actuar contra lo que viene siendo, desde la caída de Roma, un dolor de muelas para la libertad del ser humano: El Islam radical.
Muchos no se atreven a parar al Islam y toda su retahíla de tradiciones discriminatorias y nocivas que lleva consigo. Una religión que en su “Libro Sagrado” da nociones básicas sobre cómo maltratar a la mujer en caso de desobediencia, de imponer una relación amo-esclava entre cónyuges, de conquista de territorios con espadas en mano bajo el manto de la religión todavía en el siglo XXI…
Sinceramente abogo por la acción contra aquellos que pretenden eliminar nuestra identidad como nación y además instaurar un radicalismo religioso donde el miedo es quien rige todo. Defiendo las políticas que ensalcen el valor de aquello que representa España y el conjunto de sus tradiciones. Se debe actuar en contra de aquellos que intentan una sustitución pacífica de aquello que entendemos como país. Creo que es posible redireccionar la situación permisiva que estamos viviendo con el mundo islámico más radical, y en caso de que no sea así…2012 no está tan lejos.